20 oct 2018

Sin Fronteras - Relato





La historia que voy a contarles no es mía ni estoy seguro si lo será. Es una historia de casualidades y sinceridades, de sueños y amor verdadero. De que las cosas van más allá de las fronteras que vemos en los mapas de papel y que al otro lado del mar existe un mundo diferente al que vivimos e imaginamos. De que con amor y confianza todo es posible.

La fecha y las circunstancias permanecen en el recuerdo de aquella mujer que sin esperar y sin buscar el amor despertó un día en medio de una resaca a causa de una celebración familiar y consiguió un mensaje en sus redes sociales de alguien a quien ella no esperaba ni imaginaba conocer.

Ella, con sus rizos en el cabello y su canela en la piel (típico de alguien que vive en la costa). Acostumbrada a vivir experiencias con personas equivocadas y aprovechadas decidió dar un salto de fe y confiar en la persona que representaba un polo opuesto para ella.

Pero bien dicen que los opuestos se atraen, bien dicen que el amor no tiene fronteras. Y ellos, a pesar de las barreras del idioma, de los problemas de huso horario, de las fallas en la comunicación siguieron adelante y algo comenzaba a construirse sin darse cuenta.

Este amor no requiere muchos detalles, porque ella cálida como el mar y su entorno dejó enfriar sus sentidos con el invierno de él y juntos hacen realidad la fantasía de cualquiera, cada uno con su humor, cada quien con tolerancia y paciencia. Ella podía decirle alguna mentira y él la iba a creer pero “No sabes lo que es hablar un idioma hasta que te toca hablarlo”.

Pasa lo mismo con el amor, no sabes lo que es amar hasta que no te das cuenta que estás amando.

El sacrificio más grande no fue el viaje, el cansancio, la rutina, el idioma o el clima. El sacrificio fue en parte desprenderte de lo que has estado acostumbrado y darte cuenta que lo que has dejado de lado de tu cultura la otra persona lo ha adquirido para sí misma.

Él, un típico europeo de temple frío y bohemio es un amante más de la cultura que ella ha dejado pasar por alto, no porque quiera sino porque le gusta, tanto como a ella.

“Un hombre que cruza un continente para casarse y conocer a sus nuevos familiares es un hombre que vale la pena tener siempre” dirían en cualquier película. Pero a pesar de sus inviernos, conoció el caribe y sus playas, su gente, sus sabores y sus situaciones. Entendió los sacrificios que ella hizo por él y comprendió lo duro que era despedirse de todo aquello, porque en su mente llevaba los recuerdos, en el piso dejaba sus lágrimas y en sus sueños las ganas de volver.

Quizás hoy sigan en aquel sofá juntos, fumando un cigarrillo, orgulloso vistiendo algo alusivo al país de ella, que ahora es de él de corazón y ella disfrutando cada segundo a su lado, abrigada en su regazo. Porque la vida le dijo que algo mejor tenía guardado para ella y era él.

13 sept 2018

Soñándote





Ayer te apareciste en mis sueños como nunca, desperté y seguí soñándote durante el día. Te confundí entre la gente y estuve a punto de saludar a aquella chica que llevaba un perfume similar al tuyo. Pero no eras tú.

Deseaba tanto que lo fueras.

Y es que cada noche redundas en mis sueños, viniendo como la luna ante el ocaso o como las olas del mar a la orilla de la arena. Causas el efecto de desmoronar mis paredes con sólo escuchar tu voz, con solo saber de ti. Y cuando me dices que me piensas, todo es afortunadamente peor. Todo luce más alegre aunque no estés, aunque estés ausente, aunque estés lejos o aunque estés con otra persona. Es algo que ninguno puede controlar.

Nunca he deseado soñar contigo pero lo hago, a veces constantemente, otras más esporádicamente, hay días que te cuento, otros me lo callo. En ocasiones no queriendo pensar en ti y no sales de mi mente, no queriendo imaginarte y te confundo entre la gente.

No quiero que vengas conmigo a mis sueños, no te lo pido, pero si te sucede lo mismo puedes estar segura que en tus sueños quiero ser bueno. Quiero ser mejor de lo que soy en persona.

Quiero no dejar de hacerte soñar, creer, reír o incluso amar. Aunque yo no sea testigo de eso, aunque a veces toque callarlo, a veces estas emociones son imprudentes y producen cierta espontaneidad en quien las vive, en quien las siente.

Deseo tanto sorprender tu rutina.

Deseo tanto no dejar de soñarte.

3 sept 2018

Platónicos





Sin importar la fecha, situación o tiempo nos sumergimos en una marea de pasión y afecto sincero. De ese que cuando menos lo notas ya estás tocando con los pies la arena bajo el mar.

Sin saber a dónde nos iba a llevar un simple saludo llegamos a pasar más allá de imaginarnos cuando sólo éramos unos niños jugando al amor con las personas equivocadas. Pero la vida es aquello que se empeña en convertir en casualidades los hechos que nuestros sueños revelan.

Y ésta vez no fue la luna la testigo, no fueron las estrellas las confidentes de un pensamiento nocturno sino la almohada, que en las noches escuchaba cada pensamiento y atestiguaba cada sueño a su lado mientras que en el día ahogaba los gemidos de placer cuando nos entregábamos el uno al otro y la ansiedad de cada uno cuando estábamos ausentes. Ahora el sol y sus rayos devolvieron la confianza al querer y a hacerlo ver frente a los demás.

Como cuando amanece y el sol da la bienvenida a un nuevo día, así eran mis besos en tu piel, mis caricias en tu espalda, tratando de tallar cada una, de manera que quedara tatuada en tus recuerdos, esos que cuando cerrabas los ojos mientras dormías te hacían revivir la sensación y aumentar el deseo. Un amor platónico que de a poquito nos fue perteneciendo.

Aquellos amores que de niños nos imaginamos y que de grandes vivimos, dejando a un lado los cuentos de hadas, devorándonos ante la inocencia ajena y la ignorancia de que detrás de cualquier excusa era válida para una salida, no por escape, sino por vivir el sueño que como platónicos soñamos hace tiempo.


1 jun 2018

Algún día





A partir de una foto se pueden decir muchas cosas pero cuando es momento de dejarse llevar surgen cosas buenas, inspiradoras.

Una especie de poema que se dibuja en la mente de quien la percibe y se combina de forma perfecta con la imaginación.

Una noche, tomando como punto de partida una foto escribí una frase y quise más tarde combinar cada letra en este texto que es simplemente la continuación de un imaginario evento en mi mente.

Algún día estaré allí contigo, con la plaza o la montaña de fondo, con la puesta de sol y nuestras siluetas formando sombras frente a ella, abrigados entre los brazos del otro, besando tus labios cada vez que pueda, besando tu frente al posar en una postal digna de enmarcar en la memoria eterna de nuestros corazones.

Algún día las distancias dejarán de existir y estaremos viviendo una vida nueva al lado del otro, llena de cotidianidades bajo un mismo techo, unidos por el mismo sentimiento: el amor.

Algún día, en el mismo lugar de tus fotos o de de las mías, estaremos juntos y acompañaremos cada panorama con nosotros como añadidura y estando en ese lugar te volveré a besar y te diré a los ojos o susurraré a tus oídos que te quiero y que te adoro y justo en ese instante te recordaré a aquel día cuando te dije que estaríamos en ese lugar, que las cosas con empeño se pueden lograr y que nosotros no nos tenemos que minimizar.

Algún día recorreré los caminos que hoy visitas y descubriremos nuevos paisajes. Quizás no para ser el primero, segundo o tercero pero sí para compartir nuestro mundo entero.

Algún día le pondré mi presencia a tus fotos y reiré al saber que finalmente estamos juntos.

“Algún día no, pronto.” Dijo ella.


14 mar 2018

Sin Recuerdos – Relato





Ahí estaba ella, tan sutil y tan tierna a la vez. Su forma de dormir inspiraba tanta paz que podría pasar toda la noche viéndola mientras soñaba quién sabe qué cosa y estaría tan relajado como si hubiese tenido un sueño reparador.

Sus cabellos reposaban sobre la almohada y yo suspiraba esperando a que un movimiento anunciara su despertar, para darle la bienvenida a este nuevo día. Sin embargo, sentía un pequeño dolor en mi cabeza como si de una resaca se tratase, pero no lograba recordar nada, no podía siquiera moverme sin que ella se despertara, su cabeza descansaba sobre mi brazo izquierdo y no quería romper con su sueño.

La serenidad de este momento podría marcar una escena de cualquier pareja común y enamorada que amanece en una misma cama de forma rutinaria, pero éste quizás no era el caso aunque así luciera.

Éramos una pareja como todas, nos conocimos en una fiesta de algún amigo en común y luego de un par de salidas y de muchas conversaciones nocturnas decidimos intentarlo, no teníamos más de 2 años juntos. Ella era una mujer especial, independiente y decidida a lograr cada objetivo que se marcara, apasionada con su trabajo, con los momentos libres que se permitía disfrutar. De hecho, recuerdo aquel viaje que hicimos juntos por primera vez al mar y sonrío de felicidad, eran momentos felices, eran otros tiempos.

Esta historia no es una común, no es una historia de amor ni mucho menos aquella que marque un “pero” como punto de inflexión para terminar diciendo que fracasamos como pareja. Esta historia no tiene nada de sobra ni nada que le falte, nos manteníamos dentro del promedio de todo, regularmente salíamos a romper la rutina, nuestra intimidad era bastante apasionada, decidimos vivir juntos luego de un año y las cosas en la casa a pesar de los problemas comunes de la convivencia eran normales.

Nosotros éramos aquel par de enamorados que siempre se tomaban sus fotos, que no mucho se les veía discutir en público y que nos la pasábamos bien en la medida de lo posible bien fuera solos o con nuestros amigos. Quizás el problema de ésta relación era yo y no lo sabía, quizás yo estaba teniendo situaciones que afectaban sus sentimientos hacia mí y nunca pude notarlo, nunca busqué enfrentarlos. Pero si de algo estaba seguro era que nos amábamos, estábamos felices el uno con el otro.

Mis pensamientos solían traicionarme a veces, una vez salí a mi trabajo y terminé llegando a la universidad donde había estudiado, simplemente me reía de mí mismo, como cuando te equivocas al intentar poner una tapa al envase incorrecto. Quizás esto era un deja vu o algo serio sucedía en mi cabeza, mis recuerdos a veces no eran claros pero siempre buscaba la forma de atar los cabos sueltos de las cosas.

Aquella noche habíamos tomado, sobre la mesa de noche veo aún la copa con los restos de un trago que se suponía era “para el camino”. Su hombro está descubierto, logro apreciar que aún lleva puesta su bata de dormir. Suena la alarma y me sobresalto un poco, saco mi mano derecha para apagarla y me sorprende ver mi mano llena de sangre, me levanto asustado y quedo sentado al borde de la cama, un pitido aúlla en mis oídos y todo alrededor deja de tener influencia en mí, no sé cuántos minutos pasaron, estoy pálido y sorprendido mirando mis manos, goteando el rojo intenso de una sangre que no sabía de donde venía, manchando la empalidecida alfombra a mis pies, miro hacia los lados y todo está normal, algo raro pasaba y cuando volteo, ella aún seguía dormida.

Al levantar la sábana que la cubría todo tuvo sentido: un cuchillo en medio de nosotros y varias puñaladas en su espalda ensombrecían todo el momento, sin poder recordar cómo habría sido posible sólo me quedo el llanto, las lágrimas que se mezclaban en mi rostro con la sangre que tenía entre mis manos, sentí la impotencia y el dolor de haber matado a la mujer que amaba sin saber una razón, sin saber siquiera cómo podría yo haber hecho algo así. En ese momento mi mente y mis recuerdos se movían a una velocidad muy rápida como para poder procesarlos de manera coherente. Decidí enmarcar aquellos cuando fuimos felices y cuando nos habíamos casado, la alarma del teléfono volvió a sonar y al agarrarlo noté que nuestra boda había sido la noche anterior a ésa.

27 feb 2018

Carta a un amor lejano




     Esta costumbre que me ha quedado para toda la vida de escribirte como cuando nuestro tiempo estaba en plena primavera cuesta dejarla de lado, tampoco los pensamientos relacionados a nuestro futuro. Hoy, incierto, deseos que se han ido volando con el tiempo, como las arenas del desierto, mudándose a nuevos paisajes.

     Esta manía de querer soñarte en las noches que te recuerdo, o cuando por casualidades alguien por un lado me pasa y lleva el perfume que solías usar, aquel que tantas veces en mis manos quedó y en mi ropa se impregnó.

     No se trata de un rencor guardado, no se trata de un amor no olvidado, eres simplemente la parte de mi vida que me enseñó a valorar lo que realmente era amar, porque juntos aprendimos a jugar nuestras cartas en el amor, cuando la vida nos hizo grandes, cuando éramos muy pequeños para enfrentar las responsabilidades que todo esto podría arraigar. Quizás funcionamos y por eso nos llevamos tan bien pero no estuvimos a la altura de las situaciones, quizás funcionamos para el tiempo que estuvimos juntos pero llegó el momento de ceder cada quien en sus planes de vida.

     Una vez nos despedimos y fueron lágrimas las que marcaban ese punto final al momento, a todo. Pero nosotros nos empeñamos en volver a vernos, a ser el punto suspensivo en la vida del otro, a revivir los besos en cuanto los momentos a solas nos lo permitían, de pronto no vivimos tanto como merecimos pero amamos tanto como pudimos. Merecíamos vivir cada momento, lo vivimos y fue justo, no me arrepiento de nada, incluso de las veces que te peleé por tantas tonterías. No me arrepiento incluso de haberte dicho adiós.

“Es lo que es”

     Como aquella costumbre a veces perdida, como tantas cartas enviadas y todos los recuerdos, es necesario dejar que la vida siga, sin espacios para las tristezas, asumir que ninguno fue mala persona y que hoy por hoy tu bendición es mayor, que no llegamos juntos a viejos como una vez lo soñamos, que la vida también es un proceso y todo llega a su momento.


      Gracias por lo bueno y por lo malo, porque en la distancia, en el sueño o en el recuerdo sé que ambos nos tenemos en buena estima y eso es algo que hace la gente de bien. Quizás vuelva a escribir inspirado por ti, de nosotros, no lo sé, pero lo sabrás cuando lo leas.

7 feb 2018

Si un día te lo digo




Cuando te digo que me gustas no lo digo como juego, no lo digo porque sean tus caderas las que me atraigan de ti o tu forma tan natural de caminar, de manera que tu cabello vaya en cámara lenta tras de ti. Cuando te digo que me gustas es porque hablo más allá del brillo de tus ojos al verme o al ver el mundo, mucho menos porque esté haciendo referencia a tus labios tentadores o a tus manos finas y suaves.

Si te digo que me gustas es porque vas más allá de llamar mi atención, es porque ya he soñado contigo a mi lado y me he imaginado muchas cosas juntos. “Me gustas” para mi es más que dos palabras, “me gustas” es empezar a sincerarme contigo y conmigo mismo, es el primer paso a lo que defino como “abrirme sentimentalmente” con alguien, es dar a entender que te estás robando mi atención y te estás convirtiendo en alguien importante para mí.

Cuando te digo que te quiero conocer no lo digo porque quiera verte y comprobar de primera mano que todo lo que imaginé, soñé y deseé sea realidad o mucho mejor de lo que mi mente pudo construir, no es que quiera darme cuenta de que en realidad todo compagina con lo que ya me gustaba de ti. No lo digo porque quiera verte y apostar con el destino a ver si funciona o no; me refiero a que quiero conocer cada detalle de ti, de lo que eres, de lo que te ha convertido en la persona que me gusta, saber esos pormenores de tu vida, es porque tus gustos, tus disgustos, metas, anécdotas y demás cosas que formen parte de ti, de tu ser, me importan, me interesa conocer, dejando de lado lo malo que pueda ser, para mi es algo valioso porque eso en conjunto representa y forma parte de tu mundo y de lo que eres como persona, como ser humano.

Cuando te diga que te quiero es porque lo que digo es la verdad, es lo que siento y lo que dice mi ser desde el fondo. Cuando te diga “te quiero” entiende que es porque he pasado por un proceso interno como para asumirlo y tener la seguridad total de no equivocarme al decirlo porque cada vez es porque es real, no es para que lo pongas en duda. Si te digo que te quiero te estoy diciendo algo sincero. Imagina cuánto puedes importarme y cuánto debo haberme abierto emocionalmente como para llegar a ese punto contigo.


Cuando te diga algo a los ojos es porque mi alma y mi corazón han tomado la palabra para dirigirse a ti.