14 mar 2018

Sin Recuerdos – Relato





Ahí estaba ella, tan sutil y tan tierna a la vez. Su forma de dormir inspiraba tanta paz que podría pasar toda la noche viéndola mientras soñaba quién sabe qué cosa y estaría tan relajado como si hubiese tenido un sueño reparador.

Sus cabellos reposaban sobre la almohada y yo suspiraba esperando a que un movimiento anunciara su despertar, para darle la bienvenida a este nuevo día. Sin embargo, sentía un pequeño dolor en mi cabeza como si de una resaca se tratase, pero no lograba recordar nada, no podía siquiera moverme sin que ella se despertara, su cabeza descansaba sobre mi brazo izquierdo y no quería romper con su sueño.

La serenidad de este momento podría marcar una escena de cualquier pareja común y enamorada que amanece en una misma cama de forma rutinaria, pero éste quizás no era el caso aunque así luciera.

Éramos una pareja como todas, nos conocimos en una fiesta de algún amigo en común y luego de un par de salidas y de muchas conversaciones nocturnas decidimos intentarlo, no teníamos más de 2 años juntos. Ella era una mujer especial, independiente y decidida a lograr cada objetivo que se marcara, apasionada con su trabajo, con los momentos libres que se permitía disfrutar. De hecho, recuerdo aquel viaje que hicimos juntos por primera vez al mar y sonrío de felicidad, eran momentos felices, eran otros tiempos.

Esta historia no es una común, no es una historia de amor ni mucho menos aquella que marque un “pero” como punto de inflexión para terminar diciendo que fracasamos como pareja. Esta historia no tiene nada de sobra ni nada que le falte, nos manteníamos dentro del promedio de todo, regularmente salíamos a romper la rutina, nuestra intimidad era bastante apasionada, decidimos vivir juntos luego de un año y las cosas en la casa a pesar de los problemas comunes de la convivencia eran normales.

Nosotros éramos aquel par de enamorados que siempre se tomaban sus fotos, que no mucho se les veía discutir en público y que nos la pasábamos bien en la medida de lo posible bien fuera solos o con nuestros amigos. Quizás el problema de ésta relación era yo y no lo sabía, quizás yo estaba teniendo situaciones que afectaban sus sentimientos hacia mí y nunca pude notarlo, nunca busqué enfrentarlos. Pero si de algo estaba seguro era que nos amábamos, estábamos felices el uno con el otro.

Mis pensamientos solían traicionarme a veces, una vez salí a mi trabajo y terminé llegando a la universidad donde había estudiado, simplemente me reía de mí mismo, como cuando te equivocas al intentar poner una tapa al envase incorrecto. Quizás esto era un deja vu o algo serio sucedía en mi cabeza, mis recuerdos a veces no eran claros pero siempre buscaba la forma de atar los cabos sueltos de las cosas.

Aquella noche habíamos tomado, sobre la mesa de noche veo aún la copa con los restos de un trago que se suponía era “para el camino”. Su hombro está descubierto, logro apreciar que aún lleva puesta su bata de dormir. Suena la alarma y me sobresalto un poco, saco mi mano derecha para apagarla y me sorprende ver mi mano llena de sangre, me levanto asustado y quedo sentado al borde de la cama, un pitido aúlla en mis oídos y todo alrededor deja de tener influencia en mí, no sé cuántos minutos pasaron, estoy pálido y sorprendido mirando mis manos, goteando el rojo intenso de una sangre que no sabía de donde venía, manchando la empalidecida alfombra a mis pies, miro hacia los lados y todo está normal, algo raro pasaba y cuando volteo, ella aún seguía dormida.

Al levantar la sábana que la cubría todo tuvo sentido: un cuchillo en medio de nosotros y varias puñaladas en su espalda ensombrecían todo el momento, sin poder recordar cómo habría sido posible sólo me quedo el llanto, las lágrimas que se mezclaban en mi rostro con la sangre que tenía entre mis manos, sentí la impotencia y el dolor de haber matado a la mujer que amaba sin saber una razón, sin saber siquiera cómo podría yo haber hecho algo así. En ese momento mi mente y mis recuerdos se movían a una velocidad muy rápida como para poder procesarlos de manera coherente. Decidí enmarcar aquellos cuando fuimos felices y cuando nos habíamos casado, la alarma del teléfono volvió a sonar y al agarrarlo noté que nuestra boda había sido la noche anterior a ésa.