14 ago 2019

Hecho Polvo - Y III





Hecho polvo por no poder vivir a esta altura lo que siempre soñé. No tener a mi lado a la persona que desde siempre imaginé conmigo e impotente porque nunca la vida me sonrió con alguien que me brindara una oportunidad sin tener que poner peros a la hora de amar.


Sin distancias, sin recelos, sin condiciones sin pareja ni amores temporales, con ganas de amar y dar el paso sincero.

Confundido y distraído, cada paso que dio el amante lo alejaba más de su chispa para enamorar y se volvió aburrido y monótono.

Sencillo y poco detallista, se te olvidó cómo amar, cómo conquistar y cómo ser tu sin intentar ser otro para agradarle a ella.

Aquella pregunta me dejó muy pensativo durante mucho tiempo:
¿Realmente crees que sigues siendo capaz de amar?

Cada intento un fracaso. Ya ni los encuentros casuales eran placenteros, se volvió un vicio, una rutina mortal.

Comenzó como un pensamiento intimidante y se convirtió en un proceso mecánico, una estrategia que funcionaba y te llenaba el ego, quien no correspondía no valía la pena y quien lo hacía no te comprometías.

Ahora te pregunto amante: ¿Vives en los recuerdos de alguna? ¿Cómo crees que te lleguen a recordar?

No dejarás huella y tu fracaso será visto por quienes se atrevan a saber de tu historia, aquella del amante con cicatrices que terminó hecho polvo porque nunca supo si era capaz de volver a amar o porque nunca encontró el camino para volver a hacerlo.

La última vez que lo vi fue ese día. Nos miramos a los ojos mientras hablábamos y la música casi ensordece la conversación. El amante y yo nos vimos fijamente a los ojos y sus ojos se dilataban, estaban rojos, como si toda la sangre de su cuerpo se hubiese acumulado en ellos, las lágrimas le caían por el rostro y finalmente gritó como desesperado, una y otra vez. Su último grito fue sin sonido alguno, sólo moduló y las venas en el cuello se le tensaron de una manera impresionante.

Quizás no lo has entendido aún pero el amante soy yo, sin darme cuenta y sin poder siquiera controlarme decidí romper el espejo y tomar los vidrios con mucha fuerza entre mis manos.

Lo que ha sucedido después lo desconozco porque probablemente para el momento en que estés leyendo esta carta ya habré muerto…
Aquel amante finalmente se fue desvaneciendo con sus cicatrices y entre sangre que salía de sus venas en aquel suelo quedaron sus dudas y sus respuestas. 

Fin.