Las líneas que a continuación escribo las hago desde el núcleo de mi ser. Me
tomó varios días decidir qué palabras iba a colocar para que transmitieran el
sentimiento que me generó enterarme de la dolorosa noticia de tu partida. He
tratado de ser cuidadoso con este escrito y quisiera que no pareciera una carta
a alguien que se ha ido, porque ni para mí ni para ninguno de los tuyos tú te
has ido.
En el sentido de una carta quisiera decirte que a pesar de tu partida te
admiro y respeto ese espíritu guerrero que siempre mantuviste incluso cuando
luchabas para mantenerte vivo, ese espíritu gladiador que quisiera tener o que
no falte en cada paso que dé en mi vida. Ese que te hizo superar las
situaciones que la vida te puso cuando te golpeaba y a pesar de todo seguiste
adelante con tu sueño de ser un profesional y sacar adelante a tu familia, por
ver a tu mamá sonreír, por ver a tus hermanos felices y más adelante a tus
sobrinos vivir a plenitud con cada consentimiento que les brindaste en los
momentos que compartían juntos.
No quiero que esto sea una carta de despedida porque no me despido de ti, aunque
me dolió caminar de regreso a casa con lágrimas en los ojos luego de enterarme
de tu partida, en un país donde al igual que tu lucho por tener una mejor
calidad de vida y por brindarle a los míos lo más que pueda para que la
adversidad no los golpee tan fuerte, pero ninguno de nosotros imagina o espera
siquiera que siendo nosotros los que la luchamos por ellos seamos los
afectados.
Te recuerdo y te recordaré siempre como el primer amigo verdadero que tuve
cuando me mudé a la casa donde desde siempre he vivido, como ese amigo que se
fue a otra ciudad al igual que yo a luchar por ser alguien en la vida, por
salir adelante y posteriormente a otro país a seguir sacando el pecho ante la
vida. Te recordaré siempre como la última vez que compartimos juntos donde
todos éramos felices y hasta que no amaneció no terminó la fiesta en la calle.
Te tendré presente como el amigo que la última vez que me habló me dijo que era
su hermano y que siempre me iba a tener presente, que te ibas a otro país y que
contigo iba a contar siempre.
Esa fue la última vez que hablamos y siempre lo recordaré mientras mi
memoria no se desvanezca.
Y sé que esto no es para nada similar a lo que me hubiese gustado escribir
pero es algo sincero y es para alguien que desde carajitos jugábamos a ser
beisbolistas en octubre, futbolistas en época de un mundial y a ser atletas
cuando la fiebre de correr arriba y abajo la cuadra nos invadía.
Quisiera decir que no me duele tu partida, quisiera no llorar mientras
escribo esto, quisiera decir que es una pesadilla y que cuando vuelva a casa
como en un diciembre pasó, amanecimos con música, tragos y sonrisas en la calle
que nos vio crecer junto a los demás amigos de la cuadra y junto a nuestras
familias unidas como siempre debió ser. Quisiera pedirte que volvieras si fuese
posible pero sé que a pesar de todo no te has ido, ni te irás.
Pero no puedo hacerlo, apenas puedo asimilar la dura realidad y tratar de
entender por qué la vida te llevó a otro plano. Pido sabiduría y entendimiento
para cada pensamiento que haga que te extrañemos y entendamos que tu misión en aquí
fue cumplida exitosamente a pesar del dolor que nos causa cada día tu partida.
Gracias por cada momento, por ser más que un vecino, un amigo.
Pero nunca dejaré de agradecerte por haber sido mi hermano a pesar de todo.
Dedicado al Doctor Yoel Pimentel “Yoelito”.