Entrada de Punto Fijo |
Nací en Judibana pero apenas salí
del hospital de niños fui a Punto Fijo a comenzar a vivir. Una pequeña ciudad,
donde todos se conocen o al menos todos tenemos seis grados de separación entre
nosotros mismos, una ciudad llena de sueños y esperanza, la cual yo he visto
crecer y cambiar a medida que han transcurrido mis años de vida y si, poco a
poco de pueblo ha ido transformándose en una ciudad.
Me crié en la Calle Ayacucho con
Ecuador hasta los 9 años, así que donde existe “Merka Park” era el “Estadio”
favorito de mis primos y yo para jugar pelota de goma. Vi el estreno de los
“Power Rangers”, “La Historia sin fin” y “Todos los perros van al Cielo” en el Cine
Valles innumerables veces cuando niño, siempre daban pases de cortesía en el
colegio, me acuerdo cuando el cujizal era monte y culebra, incluso del día de
su remodelación. Donde hoy hay un Parque Metropolitano yo aprendía a hacer
fogatas con los scouts, estudié en el Delta Amacuro y todas las mañanas mi mamá
me llevaba y pasábamos frente al “Elefante Rosa”, una tienda con un anuncio muy
bizarro que a veces asustaba. Aquí es común caerse a arepas en La Cubanita, Tico
Tico o El Chicote; el que es de Punto Fijo sabe que cuando dicen “New York” o
“Parranda” hablan de una disco y no de la gran manzana o de la rumba, que
cuando dicen “La Concha” no se refieren a un caracol y cuando dicen “El
Caracol” no se refieren a una concha de nácar; recuerdo la inauguración de Las Virtudes,
el primer centro comercial y recreacional que tuvo la ciudad, solo había un
elevado, en la planta había una bajada, el mercado era terminal y adentro
siempre olía a pescado, jugué béisbol en el Tata Amaya, en el “Pacuco” y
practiqué fútbol y atletismo en el Fenelón Díaz; los domingos solía ir al Club
Náutico a ver tocar a los compadres de mi padre, de su Pesca de Altura, la cual
atraía a tantos extranjeros a nuestra ciudad; también varios han sido los
artistas que nos han visitado, cada vez más famosos y es más común verlos acá.
Sus mujeres bellas son el vivo
ejemplo de su nombre, Don Rafael González se enamoró de una chica de “cerro
arriba” como solía llamarse este pueblo y como cada día eran más comunes sus
visitas a la chica pues los amigos al verlos pasar le decían “ya vas para el
Punto Fijo?” y fue así como obtuvimos el nombre, gracias a ese “amor” y también
a la belleza de nuestras mujeres.
Nosotros, los puntofijenses no
llamamos “camioneticas” al transporte público, les decimos busetas, en un gran
esfuerzo por parecer argentinos/maracuchos decimos “vení”, “pa qué?”, “víte?”,
“decíme” y otras más antiguas tales como “a to’ tiro”, “timás”, entre otras.
Conocemos el Pasaje Zeiter como si fuera el barrio chino de New York; nos hemos
comido un helado en la Polo Norte y al menos una vez como mínimo hemos entrado
a la Catedral Nuestra Señora de Coromoto sin importar nuestra religión. Hemos
tenido personajes muy particulares, popularmente conocidos en la ciudad: El
Mocho, Julián, Quecha y su hija milagritos, Kike Velorio, Primo Zángano,
Cachube(Que asustaba con sus gritos en la iglesia), Milandy, Tite y muchos más.
Punto Fijo, la Ciudad del Viento,
donde se ubica el Complejo Refinador más grande del mundo, es la capital
comercial del Estado Falcón, los que somos de aquí tenemos esa idea de ser
personas ingenuamente progresistas y con una visión de mejora en nuestra
calidad de vida; pertenecemos a la “Península de la Amistad” y nos reconocemos
porque cuando pasamos por el Guaranao no nos tapamos la nariz y si vamos para
la playa o “el monte” decimos que vamos “pa’ arriba”, según turistas caminamos
inclinados por la brisa. Somos la tierra que vio crecer y que crió al gran
cantautor Alí Primera, donde aún yacen sus restos y han echado raíces sobre la tierra
que tanto amó y en la que en cada rincón hoy por hoy se le siente y se siguen
respirando esos aires de cambio. Gracias Punto Fijo por tanto y por más, a
cualquier parte del mundo que vaya diré con orgullo que ¡Yo soy de Punto Fijo!