El
niño tenía 9 años y recién se había mudado a un nuevo vecindario, no conocía a
nadie, pasó un año lleno de alegrías y sonrisas al lado de sus seres más
queridos, pronto llegaría el 24 de diciembre y como todos, vivía la ilusión de que
el Niño Jesús le trajera su regalo: un Nintendo 64, tal como había pedido.
Había
aprobado el primer lapso de 5to grado con notas entre 17 y 19 puntos, un niño
obediente y respetuoso, tal como lo habían enseñado en su casa. Así como
también le enseñaron de que: “Si quieres
algo, gánatelo con buenas notas y si hay dinero para eso, te lo compramos”. Nunca
llegó a exigir nada pues sabía que existían ciertas limitaciones en el hogar.
Preparó
su carta y con mucha ilusión la colgó del árbol, sólo pidió un regalo, era lo
único que quería pues, al final de cuentas no tenía con quien jugar y era el
“juguete de moda”.
La
noche del 24 estaba ansioso porque llegaran las 12 de la noche, rodeado de
primos y tíos, el niño se dedicó a compartir y jugar hasta que como todos los
años iban al cuarto a esperar a que llegara el Niño Jesús y le dejara el regalo
bajo el arbolito. Cuando ese momento llegó el niño corrió con alegría a buscar
el regalo esperando que había pedido y su mayor sorpresa fue que el Niño Jesús
se había olvidado de él en esta Navidad.
“Mami ¿será que me dejó el regalo en la otra
casa?” Preguntaba el niño con los ojos brillantes a su madre quien le contestó: “No
hijo, el tuyo es este” señalando una caja en el fondo, cuando lo abrió no
era precisamente lo que esperaba o al menos lo que había pedido, su corazón en
ese momento bajó el ritmo de pulsaciones al ver que el Niño Jesús le había
traído un balón de básquet y no un Nintendo 64 como lo plasmó en la carta, una
lágrima se dejó salir por su mejilla y con su mano la limpió para que no lo
notaran triste. “hijo, ¿te gusta?”
preguntó su mamá quien al ver que su hijo destapaba lentamente el regalo con
claros gestos de desilusión, la cabeza baja y le dijo el niño: “Mamá ¿por qué si yo me porté bien? ¿Si yo hice mis tareas y saqué
buenas notas? ¿Por qué el Niño Jesús se olvidó de mi?”. Decía el niño con la voz quebrada y ya sin poder contener el llanto. La madre se arma de
valor, traga grueso y se va a otro sector de la casa donde está el padre, se acerca llorando
y pregunta qué le sucede, ella lo invita a ver la triste escena donde su hijo
lloraba bajo el arbolito, abrazado a un regalo que no había pedido mientras sus primos y hermanos
lo consolaban.
Un
par de semanas después el padre le llegó al niño con un Nintendo 64 envuelto en
papel de regalo, el niño volvió a sonreír, se inscribió en baloncesto y duró un
año practicándolo en la escuela. Unos cuantos años más adelante, el niño entendió que
no todos podemos tener lo que pedimos o queremos, que quizás para un niño es
difícil entender ciertas cosas pero que sea como sea esa noche el Niño Jesús le
enseñó que por muy poco, pequeño o grande que sea un regalo, él nunca se olvidará
de uno, que no hace falta tener lo que se quiere para ser feliz si lo único que
necesitamos para vivir es tener salud y no cosas materiales.
Han pasado 15 años después
de ese día… Ese niño era yo.