Quiero dejar claro que lo plasmado forma parte de una serie de escritos
enlazados entre sí sobre un mismo sentimiento, sobre una misma persona. Esta
historia necesitas leerla por completo para entenderla, no puedes leer una sin
antes haber leído la anterior porque todas están enlazadas.
Solitario como el lobo, desconfiado como aquel que ha sido víctima de la
traición y el sufrimiento de jamás ser el mismo, éste es un hombre que quiere y
adora en silencio, que guarda anhelos dentro de su conciencia los cuales no
sabe si llegará a cumplir.
Amante de sus silencios, ahogados con una mirada de enamorado. Una de esas
miradas imposibles de callar porque el disimulo no distingue entre la vergüenza
y las emociones. Hombre que no escapa del deseo carnal hacia aquella mujer que
tanto piensa y sueña.
Se entrega en ocasiones manipulado por la pasión y las ganas de ser suyo,
de que ella sea suya…
Este es un hombre feliz cuando ama y se entrega, no podría decirse lo mismo
de él cuando durante muchas noches no tiene la compañía anhelada y en medio de
su soledad lo acompañan las lágrimas y la culpa.
Pero, ¿realmente recuerdas cómo amar? ¿De verdad crees que amas o te crees
capaz de amar? Le pregunté y se quedó ausente y absorto en sus sueños y
pensamientos, de los que hablan de soledades y vacíos, no se cansa de pensar en
un amor imposible de conseguir, de vivir el rechazo o de amar a una pensando en
otra, imaginando posibilidades remotas.
Su mirada muchas veces es fría y perdida, otras veces no parece estar en el
lugar donde uno lo ve. Se retrae y se le nota la tristeza aunque quiera
disfrazarla con cualquier alegría del momento.
Amante, que eres vacío incluso cuando te entregas con todas tus ganas, no
se sabe si eres tú o si es tu alma.
Te deprimes en silencio.
Y no eres el mismo.
Y la vida se te va amando amante, desgastado de tantos amores deshechos y
recicladas conversaciones que quedaron sepultadas en las paredes de una
habitación que no te pertenecía.
De un amor que no era tuyo.
Dejándote muchas…
Continuará …
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