11 feb 2011

Días de residencia…

    

    Tenía tiempo con ganas de escribir este post, solo que no había encontrado el “toque” para comenzar a darle vida a estas líneas, así llamo yo a la inspiración cuando toca mi puerta, las ganas de crear están siempre pero no siempre las ideas se concretan, bien sea por ánimo, falta de concentración, entre otras cosas.

     Pensando mientras cocinaba, algo que muy poco hago en casa; me puse a recordar y a extrañar aquellos días donde solo eras un simple estudiante universitario, donde estás pendiente de muchas cosas a la vez(los parciales, las notas, el trabajo, la novia, la música, la familia, etc..) y además donde los días se te pasan sin darte cuenta.

     Hace más de 5 años emprendí un viaje a una ciudad que por más que estaba relativamente cerca de casa igual no era lo mismo, no tenía ni a un primo allá, ni un conocido, las amistades allá vinieron luego; hace un tiempo comencé la carrera universitaria que me convirtió en el profesional que soy hoy.
Resulta irónico pensar que hace falta el stress de los parciales, los trabajos, reunirse con los panas a estudiar y terminar comiendo espaguetis con diablitos y salsa rosada, donde todos somos iguales sin importar a que se dedique cada uno por fuera.

     Levantarse temprano a cumplir con las actividades, llegar a casa y tener que cocinar, lavar los platos, estudiar y luego descansar un rato para luego empezar el bochinche con los panas de la residencia, los problemas que pueda tener cada uno; tener tv con cable en mi cuarto y poder ver Sportcenter hasta la madrugada con el aire acondicionado a millón, enfiebrarnos con una serie y verla todos al mismo tiempo, llegar los domingos en las noches para cenar hamburguesas o empanadas de pollo; estar solo en la casa y esperar a las 3 de la tarde para algún encuentro furtivo con una chica, o como dije la vez que cambié mi colchón: “Muchas fueron las llamadas pero pocas fueron las escogidas”, extraño esos días donde era un martes y nos caíamos a cervezas hasta tarde, salir al centro así fuese a ver a la gente, las visitas en la casa a quienes nos tomaban por sorpresa con cara de sueño, recién levantado, en paños, entre otras.

     Yo era el más bochinchero en la casa, a veces me metía escondido en los cuartos de las chicas y las esperaba para asustarlas, les ponía el calentador como a 50º solo para reírme de los gritos de ellas al bañarse, a veces en las madrugadas las asustaba, les hacía muchas maldades pero todo en beneficio a la joda; una vez por andar en esas las encontré sin ropa incluso, de ahí reduje un poco los juegos.

     Incluso hasta las peleas, como todo reality show pues, que si aquel dijo, aquella me hizo, la loza está sucia, todas esas cosas comienzan a hacer falta de vez en cuando, esas cosas que por muy malas o buenas que hayan sido a cualquiera lo marcan, a mi en particular me marcaron mucho pero mejor aún, me enseñaron a valorar cada instante de la vida como persona, en mis días de residencia aprendí las necesidades que puedes tener en una casa y que uno no las nota porque tenemos a papá y mamá que se ocupan de eso, también a depender de mi mismo, no sabía cocinar y aprendí, así como administrar mis gastos y gustos además de la convivencia bajo un mismo techo con hombres y mujeres a la vez que tarde o temprano no resulta ser tarea fácil.

      Espero mucha gente se sienta identificada con este post y si hay alguien que recién comienza esta etapa de “residenciado” pues que la aproveche, se aprende bastante y además te ayuda a madurar como persona.

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